viernes, 23 de agosto de 2013

Corre rarámuri, corre

La nueva campaña de Nike inspirada en los tarahumaras.

Este domingo mi hermano Ricardo corre su primer maratón y me llena de orgullo e inspiración, así que le dedico esta entrada.

Probablemente han visto por ahí esta nueva campaña de Nike, inspirada en los tarahumaras. He leído opiniones muy encontradas al respecto: que si los están explotando, que por qué les ponen gorra, que ellos corren con huaraches... a mi forma de ver las cosas, me da mucho gusto que los reconozcan porque son verdaderamente admirables. 

Los rarámuris tienen la piel oscura, dorada por el sol. Tienen el cabello muy negro, muy largo, muy bonito (también podrían aparecer en campañas de shampú). Los rarámuris son muy fuertes, tienen los brazos de aquél que trabaja y se esfuerza. Habitan  en cuevas en la sierra de Chihuahua. Viven en enormes montañas, como lo han hecho siempre, desde hace 15 mil años, en la Sierra Madre Occidental. Creen en el bien (owirúames) y en el mal (sokoruames), en la vida después de la vida, y en la sierra. Nunca se han dejado despojar de sus tierras o de sus tradiciones, entre ellas, correr. 

Los rarámuris lograron mantener intactas sus tradiciones gracias a las duras condiciones en las que viven: los españoles no les aguantaron el paso cuando se albergaron en la sierra a principios del s. XVII. Ellos se aislaron durante toda la Conquista y la Independencia, alejados del hombre mestizo o chabochi, "cualquier hombre que sea blanco aunque sea negro" que solamente existe para sacar provecho de los otros y sus tierras. Entre sus valores más arraigados, están el compartir, ser justo y tener un profundo amor y respeto por la naturaleza y todo lo que la habita, además de un conocimiento milenario sobre ella. Creen en la igualdad, en trabajar duro por el bienestar de toda la comunidad y así estar en armonía. Ningún rarámuri tiene más que su vecino. Ningún rarámuri piensa que es mejor que su vecino. También creen en la belleza, y se nota al ver sus hermosos trajes coloridos de manta y seda, siempre con accesorios y las artesanías que producen. 

Son un pueblo democrático que vota para elegir a su gobernante, sin fraudes electorales, a diferencia de nosotros y el elegido es la persona a la que más respetan, también a diferencia de nosotros. Los habitantes de la Sierra Tarahumara trabajan de sol a sol para mantener la paz, por respeto, porque todos somos iguales y todos somos un componente importante de nuestra comunidad. Los rarámuris aman profundamente a su familia; son un pueblo muy místico que le reza a sus dioses, le entra duro al peyote y le baila al sol y a la luna, desnudo, con la piel decorada. Los rarámuris hacen música con tambores, flautas, violines y guitarras y dentro de sus tradiciones, está el festejo, al que asisten hombres con penachos de plumas, comen carne y tamales y toman tesgüino, una bebida de maíz fermentada, además de hacer coreografías con mandalas. Como aman a la naturaleza, solamente tienen los hijos que pueden alimentar con lo que producen en sus propias tierras. Son desapegados a las cosas materiales, pues en invierno deben bajar de la montaña que se llena de nieve y solamente llevan sus animales y herramientas que ellos mismos construyen. Los rarámuris son unos chingones; en su bella lengua no existen los insultos y se comunican con poesía. 

Ellos mismos se llaman "hombres de pies alados" u "hombres de pies ligeros". Todos los días corren por las montañas distancias muy grandes para comunicarse con comunidades vecinas. Ellos compiten entre sí para ver quién corre más. El que corre más alcanza los cientos de kilómetros de distancia. Un maratón para ellos es cosa de todos los días. Ellos trazan sus caminos con listones rojos entre las montañas. Ellos tienen un juego que consiste en lanzar una pelota lo más lejos que se pueda, y perseguirla durante siete días seguidos. Para cazar, ellos persiguen un animal, hasta que el animal se cansa y el tarahumara lo vence. Recientemente, dos rarámuris visitaron Colorado, Estados Unidos, para correr un maratón con huaraches y taparrabos. Dos más corrieron el ultramaratón de los Cañones, de 100 kilómetros. Otros dos corrieron la Ruta de Plata: de la sierra hasta la capital del estado, con un total de 420 kilómetros. Los rarámuris son un ejemplo, y merecen ser reconocidos como tal. Los rarámuris no correrán el Maratón de la Ciudad de México este domingo por falta de recursos para trasladarse al DF. En esta página podemos apoyarlos. Repabe rarámuri.

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